Bajo el Sol de Diciembre

Necesito coger tus manos,
Sentir tu fuego en mi cuerpo.
Bajo el influjo de Sagitario.
Tus labios saben que los deseo.

Necesito notar tus piernas,
Escapar contigo muy lejos.
La luna tú y yo seremos testigos,
De la unión de dos cuerpos.

Necesito atraer tu energía,
Romper cadenas en mi cerebro.
Contagiarme de tu alegría.
Sentirme un hombre nuevo. 

Manuel.

Un Día en Ibiza.

Salpicado entre miles de olas,
Voy paseando por la salina orilla,
Quiero escalar hasta las rocas,
Y otear la estrella que más brilla.

Rodeado entre miles de escaleras,
Voy subiendo hasta morir las ideas,
La fuerza me la da el último tramo,
Para desde allí gritar que te amo.

Envuelto entre miles de perfumes,
Voy deambulando por sus calles,
Guiado por luz de luna inspiradora.
Ibiza es una isla que te enamora.

Manuel.
                                                               

Cuento Corto: El Hombre de Hielo.“Un paseo por Marte”.


Hubo un tiempo en el que los hombres realizaron grandes viajes y progresos explorando nuevos mundos hasta ahora casi desconocidos y tuvieron que pasar muchos años para encontrar respuestas a las preguntas que todos nos habíamos hecho durante milenios: ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos?, ¿Estamos solos en el universo?

Algunas respuestas sólo unas pocas personas las descubrieron.
Esta es la historia de una de ellas.

De nacer de una mujer Simón hubiera sido considerado un ser humano, no sabemos si hubiera sido un ser humano corriente o un virtuoso pero si supimos que se trataba de un ser vital. A diferencia con cualquiera de nosotros, Simón no habitaba en la Tierra, vivía lejos de cualquier lugar, fue concebido del hielo de Marte.

El habitante de Marte cuya anatomía era una estructura helada, tenía vida gracias a una combinación de probabilidades para las cuales tuvieron que transcurrir siglos de periodos glaciares y continuas tormentas de meteoritos en su planeta. Simón era un superviviente.

Simón vivía en la cara Sur de Marte, la más fría, un lugar que a principios de siglo pudimos conocer de su existencia gracias a los robots “spirit”. Gran parte de las investigaciones sin embargo, se desarrollaron en la cara Norte debido a condiciones climatológicas más favorables.
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Su forma helada obligaba a Simón a vivir oculto en una especie de iglú, sumido en la total oscuridad. Su casa helada le protegía además de las frecuentes tormentas de polvo. Cerca del iglú se encontraba un río casi helado dónde a Simón le gustaba pescar. El río era de color rojo y estaba rodeado de piedras blancas, podía pasar noches pensando sentado en ellas. Los peces de los que se alimentaba eran parecidos a los de la Tierra pero su tamaño y color eran diferentes.

Simón pensaba junto al río y se sentía triste, no tenía contacto con nadie, salvo con los peces y las estrellas, las mismas estrellas que vislumbraba demasiado lejos para poder comprender. Simón de igual manera, se hacía las mismas preguntas…

Mientras en la Tierra, los intereses públicos estaban en un segundo plano respecto a los intereses de especuladores que manejaban influencias para conseguir grandes beneficios. Únicamente se financiaban proyectos públicos con la garantía de obtener buenos resultados desde el principio.

La noticia de la llegada a Marte de los primeros seres humanos en el año 2021 causó verdadera convulsión a todos los niveles y supuso un logro tan importante que el futuro de muchas personas cambiaría. Marte iba a representar una evolución, no solamente como una alternativa de vida para el futuro de la raza humana, si no porque además nos traería esperanza.                                       
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Los propósitos para viajar con regularidad a Marte, una vez declarada su compatibilidad para la vida, cristalizaron en los años siguientes. Los gobiernos más poderosos gracias a los buenos resultados de las primeras expediciones tripuladas aprobarían “Las Leyes Universales Reguladas de los Viajes a Marte”.

La corporación “Pasea por Marte” junto al asentamiento logístico “Base Tierra Roja” fue la primera en comercializar los viajes con ayuda de dinero público. La B.T.R. se estableció desde el principio en Marte desarrollando cultivos e impulsando el estudio de la corteza marciana.

Estas leyes también tuvieron sus detractores, advertían a la gente de los riesgos a la exposición al planeta rojo oponiéndose a su investigación y futuro desarrollo en debates mediáticos.
Por otra parte la sociedad era cada vez más consumista y analfabeta, los viajeros, personajes con grandes patrimonios, eran también conocidos como “bowies” en honor a un famoso cantante de la antigüedad. Vivían la nueva realidad ajenos a los problemas que preocupaban al resto de la población mundial como la radiación, la hambruna, las bacterias o la carencia de agua potable.

Seis semanas era el tiempo que tardaba un bowie en estado de hibernación para llegar a Marte, el trayecto a la “velocidad G” transcurría bajo un sueño plácido o sueño de la risa estimulado por fármacos de alta concentración opioide. Las “dreamers” o cabinas del sueño, se empleaban de habitáculo individual equipadas con todo lo necesario para dormir al pasajero durante la travesía.                                        
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Sara terminaba de trabajar a primera hora de la tarde y no encontraba respuestas. Se desplazaba en transporte público para llegar a su casa. Simplemente dejaba pasar los días y un día tras otro la vida siempre parecía ocultarle su destino, tal vez porque vivía demasiado alejado del o tal vez porque lo ahogaba en un vaso de ginebra seca cuando las cosas no iban bien.
Ella vivía sola, su única compañía era la de su gata “Sisí” a la que cuidaba con cariño.
Dormía en una zona deprimida de la ciudad repleta de edificios que se amontonaban unos contra otros en dónde el Sol y el aire limpio les daban esquinazo.

Sara tenía una vecina que siempre se despertaba antes que ella, era una mujer soltera que vivía pendiente cada día de lo que sucedía en la calle, se distraía viendo pasar a la gente desde su ventana y acostumbraba a saludarla cuando se percataba de su presencia en el rellano de la escalera:
“Buenos días Sara, ¿Vas a trabajar?, el trabajo es salud.”
“Buenas tardes Sara, ¿Qué tal, vienes de trabajar?, mejor sola que mal acompañada.”

Las mañanas consistían en seguir una rutina al levantarse, para la cual nunca requería despertador; ducha, desayuno, vestirse… por ese orden. A Sara le gustaba vigilar su peso, empezaba a preocuparse más por su aspecto y cuando controlaba su estrés, le gustaba comer sano. Desayunaba los nuevos cereales “Fobos” elaborados por la marca “Pasea por Marte”.
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Sara era atractiva pero nunca había tenido suerte con los hombres, no es que fuera una mujer ingenua, si no que a veces pensaba más con el corazón que con la cabeza y eso a Sara le había hecho ser desdichada. Había sufrido infidelidades, desamores, abandonos… Decidió firmemente estar sola, aunque su sueño más repetido era en el que junto a un hombre bueno navegaba sin rostro ni rumbo conocidos.

Acostumbraba a comprar los fines de semana. Sin almacenar excesiva comida le gustaba tener lo necesario en su despensa: leche, fruta, cacao, comida para gatos, cereales…

Cuando al día siguiente se despertó siguiendo con su rutina, observó que en los cereales rojos “Fobos” sorteaban un viaje a Marte. Al principio pensó que sería una idea absurda participar, viajar a Marte cuando en la Tierra tenía tantas cosas que resolver, pero según fueron pasando las horas en la oficina, empezó a imaginar cómo sería el viaje, lo maravilloso de escapar, lo alucinante de toda aquella experiencia y por la noche a última hora, sin pensarlo más, empezó a rellenar el cupón para concursar.

Sara nunca tuvo suerte en ningún sorteo, en realidad en muy pocas cosas que sucedieron en su vida.
Abrazada a su gata Sisí el día del sorteo esperó a conocer frente al televisor quién iba a ser el primer invitado a pisar Marte al año siguiente. Sara esa tarde estuvo realmente ilusionada.                                          
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Un pintoresco personaje de la televisión muy popular por su ambigüedad marciana junto a uno de los primeros astronautas sorteó el número.
¡Por fin apareció el número premiado!, ¡su vecina fue la afortunada! Sara no podía creérselo. ¿Era posible? “la espía de su escalera”, se empezaron a escuchar tantos saltos y gritos de alegría que Sara pensó que el tabique de su pared se caería en cualquier momento.

Rápidamente salió a contárselo a todo el mundo y Sara por la proximidad con su puerta, abrió primero. Su vecina arrodillada en el suelo, casi no podía respirar de la emoción mientras la gata bufaba por el alboroto. 
El número elegido el 999.666 lo comprobaba una y otra vez por miedo al equívoco pero no había duda que era el suyo.

Cuando se calmaron, leyeron juntas en voz alta las bases del sorteo y la barrera de los 35 años que era la edad máxima admitida para participar en el viaje, al menos hacía 20 años que la superaba, como dejar pasar el detalle… Unos minutos antes de la conexión televisiva con la webcam de la ganadora, su vecina le pidió a Sara que por favor cogiera el cupón y aceptara el premio en su lugar. Sara no salía de su asombro.

¡Llegó el gran día!, una limusina roja esperaba para recogerla y llevarla hasta la estación espacial. Apenas pudo descansar casi nada durante el último mes antes del viaje. Tuvo que realizar pruebas físicas, médicas y acudir a la firma de casi un centenar de autorizaciones. En el trabajo obtuvo unos meses de excedencia y su gata se quedó al cuidado de su vecina.
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Dentro del complejo espacial Sara estuvo como en una nube saludando a los demás bowies, algunos de ellos les reconoció de verlos por televisión y fue una agradable sorpresa encontrarse con su músico favorito o con el presentador más popular del momento.
Estaba todo preparado para hibernar a los 13 pasajeros, los víveres, los kit de supervivencia, el equipaje etiquetado, el protocolo de despegue señalado se llevó a cabo en el horario de máxima audiencia televisiva.

Sara no tuvo miedo antes del despegue, recostada en el “sleeper” entre cables de mil colores y tubos se sentía extrañamente aliviada. ¡La estación marciana esperaba!
Cuando Sara y los demás navegantes del vuelo número 12 comercial a Marte despertaron del sueño inducido, además de no tener la sensación, salvo por el tamaño de sus uñas, de que hubieran transcurrido seis semanas desde su partida, tampoco la tuvieron de que la B.T.R. estuviera esperando para darles la bienvenida.
Afuera el panorama era desolador, estaba todo oscuro como en una noche cerrada de invierno y las placas de hielo se amontonaban por la inhóspita ladera del río.
El ambiente entre los viajeros era tenso y sólo utilizando el “O2” de las cabinas dominaban la angustia a bordo. El comandante con voz firme pudo tranquilizarles.
Habían aterrizado en la zona más fría del planeta, se desviaron de su trayectoria por causas desconocidas tomado tierra roja en la cara Sur de Marte.
Estaban dónde Simón solía pescar.
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Cuando sintió aquella inmensa luz encima, lo primero que pensó, es que el cielo se desplomaba sobre él, no sabía que estaba ocurriendo, jamás había experimentado tanto calor, era tan repentino todo, que en ese instante Simón supo que tenía piernas, manos, sueños… su cuerpo helado finalmente se desvaneció entre gotas que fluyeron enlazadas por el río.
La estancia en la nave pasó de cierta ansiedad a convertirse en una aburrida espera.
Los alimentos en los kit de supervivencia eran suficientes, pero la escasez de agua inquietaba a los tripulantes. Se acordó entonces reclutar a un pequeño grupo de voluntarios con el propósito de salir de la nave y recoger hielo para conseguir más agua. Sara se unió a la expedición.

Una vez que la tormenta amainó, cinco astronautas bajaron de la nave. La sensación era increíble e insólita al pisar tierra firme, la gravedad y el calor en los trajes espaciales se mantenían estables vigilando los niveles vitales de oxígeno.
Los recipientes que llevaban, estaban montados sobre embudos automáticos que se sumergían al contacto con el hielo absorbiéndolo, hasta completarlos.
Una de las botellas que Sara sumergió en el río, se llenó de hielo de color azul muy brillante, un azul tan intenso que deslumbraba al mirarlo. Este hallazgo no quiso compartirlo con nadie en la nave y separó el recipiente del resto.

Al cabo de 16 horas aproximadamente, el vuelo tripulado número 12 comercial a Marte con alimentos y agua suficientes, pudo partir rumbo hacia su destino inicial.
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¡Había sido una experiencia increíble! mucho más vibrante de lo que imaginó. El tiempo que pasó en Marte, a Sara le hizo reflexionar sobre su experiencia en la vida, valorar las cosas importantes de las que no lo eran. Acudía a muchos programas de TV, casi semanalmente, e incluso disfrutaba de cierta popularidad anunciando cereales.

Se mudaron junto a su vecina a un sitio mejor, a una ciudad más tranquila, rodeada de todo aquello que le gustaba, sintiéndose feliz de su decisión… pero su corazón se encontraba vacío y aunque su mente ahora estaba más ocupada seguía sintiéndose sola.

Los días que gozaba de cierto descanso, le gustaba viajar, sentarse a mirar el mar. Un mar azul y sereno dónde buscar la paz interior… 

Entonces recordó la botella azul.
Esa misma noche llegó pronto a su nueva casa, no tenía mucho tiempo para ordenar sus cosas y algunas cajas permanecían todavía sin abrir apiladas en el pasillo. Al abrir una de esas cajas, el recipiente estaba allí, tan luminoso como lo guardó, entonces empezó a sonreír, vinieron a su mente los momentos de incertidumbre que vivió al aterrizar en Marte y por los que ahora participaba en tertulias dónde la pedían que los relatara.

Antes de irse a dormir, cogió la botella de agua marciana y la dejó casi instintivamente en su nevera. La mañana siguiente iba a ser larga, acudiría junto a sus compañeros a la inauguración de una nueva sala del “Museo Pasea por Marte” de Nueva York y se acostó temprano.
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Al despertar, casi adormilada todavía, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, sentado frente a ella en el salón de su casa se encontraba el habitante de Marte con medio torso helado y que según pasaban las horas y respiraba oxígeno, su cuerpo se convertía en carne y hueso. Había conseguido devolver a Simón la vida después de helarse la botella.

Así es como Sara y Simón se conocieron, gracias a la fe en sí mismos y a no renunciar al sueño de compartir un destino mejor. Simón caminaba sintiendo sus pies en el suelo mientras Sara sonreía feliz observándole.

Ahora serían muchas las preguntas que tendrían que hacerse el uno al otro pero las respuestas que en otro tiempo buscaron las descubrieron juntos.

“Habíase una vez un hombre de hielo, un ser humano que nació en Marte”.

                                                Fin
                                              

                                         
Manuel. 

Distancia.

Tanto tiempo pensando en decirte,
Con las palabras ahogadas al cuello,
Que nunca pensé en poder herirte,
Sin embargo vivir contigo no puedo.

Somos extraños que nada recuerdan,
Ni amándose encuentran ya consuelo.
Sintiendo el vacío del que algo pierde.
Necesito recuperar mi vida de nuevo.

Nueve Años de travesía por el desierto,
Reafirman mi decisión cada momento:
Que contigo aquella vida no era vida,
Y de azul hoy he pintado mis sueños.

Manuel.

Dalt Vila.

Las luces rojas de su fortaleza,
Nos ilustran hoy a los vivos,
Lo que sus muros protegieron,
A sirvientes y a caballeros.

Aquellos que la cruz portaron,
Y que con fé cada día rezaron,
Fueron elegidos sus defensores,
De piratas y de malhechores.

Las princesas que allí reinaban,
Vestían de oropel y porcelanas,
Y al refugio de sus señores,
Vivían alejadas de temores.

Los pasadizos que ayer levantaron,
Los atajaron de secretos de piedra,
Que nos remontan a tocar el cielo,
Para otear así el paraíso entero.

Manuel. 

Isla Blanca.

El viento del este solano,
Olor a pino deja su encanto.
La tierra de la mar pausada,
De su arena fina temprana.

Brisa con rumor a verano.
Olas que cubren su manto.
Murallas de gema rasgada,
Al alba dos luces doradas.

Princesa de mar romano,
Dedicarte quiero mi canto,
Ver tu blanca piel salada,
Al despertar cada mañana.

Manuel.

Canto a la luna llena.

El secreto de las doce,
Lo esconde la luna llena.
El secreto de las once,
Se lo ha llevado la marea.

Salta, corre, camino,
No pares un instante.
Vivo, disfruta, termina,
No dejes de intentarlo.

El secreto de las once,
Lo conoce la luna morena.
La pasión de las doce,
Es para quien la saborea.

Baila, salta, culmino,
El mañana es cambiante
Amo, descubre, ilumina,
No dejes de alcanzarlo. 

Manuel.
"Inspirado por Paz Suay"